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jueves, 22 de octubre de 2015

Leímos tres fábulas de Esopo con los chicos de cuarto "C"

Compartimos con ustedes las fábulas y los dibujos realizados por los chicos*

EL ESCARABAJO Y LA HORMIGA


Llegado el verano, una hormiga que rondaba por los campos recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el invierno. La vio un escarabajo y se asombró de verla tan laboriosa en la época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento: pero más tarde, llegando el invierno, cuando la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo, hambriento, fue a pedirle a la hormiga una limosna de comida. Entonces le dijo la hormiga: –Mira, escarabajo: si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría alimento.

Asimismo los hombres que no se inquietan del futuro en los tiempos de abundancia, caen en la mayor miseria cuando aquéllos cambian.







 EL LEÓN Y EL RATÓN AGRADECIDO 


Hallándose durmiendo un león, un ratón empezó a retozar encima de su cuerpo. Al despertarse el león, atrapó al ratón, y ya iba a comérselo, citando el ratón le dijo que le soltara, prometiéndole, si le perdonaba la vida, pagarle cumplidamente. El león se echó a reír y dejó marchar al ratón.

Poco tiempo después, el león debió su salvación al agradecimiento del ratoncillo. Unos cazadores habían cazado al rey de la selva, y le ataron a un árbol con una cuerda. Oyéndole el ratón gemir su desconsuelo, corrió adonde estaba, royó la cuerda y libertó al león. –En otra ocasión –le dijo–, te burlaste de mí, porque no esperabas mi agradecimiento; bueno es que ahora sepas que también los ratones somos agradecidos.

Enseña esta fábula que en las mudanzas de la fortuna, incluso los más poderosos necesitan la ayuda de los humildes.


                                                    









  LA LIEBRE Y LA TORTUGA


Discutían la liebre y la tortuga sobre cuál de las dos era más veloz. Fijaron, pues, un día y un lugar para la prueba y se separaron. La liebre, confiando en su veloz carrera, no se dio prisa en partir, y acostándose al borde del camino se quedó dormida. Pero la tortuga, consciente de su lentitud, no dejo de correr desde el primer instante, con lo que ganando gran ventaja sobre la liebre dormida, llegó a la meta y ganó el premio.

Esta fábula nos enseña que a menudo el trabajo vence a los dones naturales, si a éstos se los descuida.




                                                     








*Trabajo realizado junto a las practicantes docentes del Normal Nº 3